viernes, 30 de enero de 2015

Escobar (Escobar: Paradise Lost, 2014) de Andrea Di Stefano





Escobar
(Escobar: Paradise Lost, Francia, España, Bélgica, Panamá, 2014)
de Andrea Di Stefano

Jesús Guerra

Poco antes de que Pablo Escobar (Benicio del Toro en un papel que le va de maravilla) cumpliera su parte del trato con el gobierno colombiano y se entregara, citó a una junta a algunos de sus hombres de confianza y a cada uno lo mandó en un vehículo a algún sitio de las montañas, a enterrar una buena parte de su fortuna. Cada uno de estos choferes tenía órdenes distintas. Uno de ellos era Nick (Josh Hutcherson, Los juegos del hambre), un canadiense casado con María (la española Claudia Traisac), la sobrina a la que Pablo quería «como una hija». Pablo se sentó al lado de Nick en el automóvil y le explicó lo que debía hacer. Ir hasta la plaza central de un pueblo cercano —que le señaló en un mapa—, esperar a un campesino que le preguntaría por un número y seguir la ruta que le señalaría el hombre. Debían llegar a una cueva, bajar las cajas que ya estaban cargadas en el vehículo, asegurarlas, y luego el hombre volaría la entrada de la cueva para cerrarla. Después venía la parte más dura para Nick: tendría que matar al hombre con un disparo a la cabeza, un disparo a muy poca distancia. Nick estaba nervioso; dijo que nunca había hecho eso. Pablo Escobar le dijo que en las circunstancias en las que estaban todos tenían que sacrificar algo, que estaba orgulloso de él, y que lo quería como a un hijo. Pablo Escobar se bajó del vehículo. Nick arrancó.




Aquí, la cinta corta su secuencia temporal y en un flash-back que dura aproximadamente la mitad de la película, nos narra lo que sucedió meses atrás, cuando Nick llegó a Colombia con su hermano y la novia de éste, para cumplir el sueño del hermano: crear un pequeño centro para surfistas en una playa colombiana, el paraíso mismo. Poco después, Nick conoció a María en un pueblo, una chica que le encantó y que trabajaba en una clínica, a las órdenes de su tío, ayudando a la gente pobre. Pasaría todavía un tiempo antes de que Nick supiera quién era el tío de su novia, y todavía más para que realmente lo entendiera. Nick pasa de ser el novio de María a ser el marido de María, y entra así, muy ingenuamente, a la familia Escobar. Poco después comienza la tormenta, los medios de comunicación hablan de la guerra que enfrenta Pablo Escobar con el gobierno, de los actos terroristas, de los asesinatos... la sorpresa es también para la también ingenua María. Cuando aún eran novios ella y Nick él le preguntó cómo había hecho tanto dinero su tío, y ella le respondió que por la cocaína, un producto que durante siglos usaron los indígenas de Colombia, que lo único que hacía su tío era exportar un producto nacional, y que además la mayor parte de las ganancias las destinaba su tío a los pobres pues Pablo era como Robin Hood. Cuando por fin entienden las cosas se dan cuenta que en realidad son unos prisioneros de Pablo Escobar.




La historia está contada desde el ámbito familiar; la violencia no se ve, más que en los noticieros, hasta la última parte de la cinta, lo cual está bien pues más que una película de acción lo que vemos es un thriller intimista (cuya producción tiene la ventaja de costar muchísimo menos). En los créditos no vi ninguna nota que indicara que ésta sea una película basada en hechos reales. Leyendo en internet leí en alguna parte que sólo está basada en ciertos hechos reales, pero no me queda claro si eso se refiere al contexto, es decir la historia de Pablo Escobar, o a la historia central, la del canadiense. En todo caso, lo que no me gusta de esta cinta es precisamente que el personaje central sea canadiense, o más precisamente, que no sea colombiano. Porque esto parece indicar que el sufrimiento causado por el narcotraficante a los colombianos cobra importancia a partir de que toca a un extranjero del primer mundo (en este caso canadiense). Entiendo, sí, que si el personaje central es ajeno por completo al contexto, la historia se puede contar como un descubrimiento, o por lo menos se justifica mejor, sin embargo eso de que el supuesto personaje central sea un extranjero, en una historia totalmente colombiana, no deja de ser un tanto molesto, por lo menos para nosotros los latinoamericanos.




Escobar, filmada en Panamá, fue escrita y dirigida (es su opera prima), por el actor italiano Andrea Di Stefano (curiosamente Italia no participa como productor de la cinta, pero sí otros tres países europeos, Francia, Bélgica y España, además de Panamá). Como primera película de un director es bastante sólida, y más si tenemos en cuenta que está hablada en dos lenguas que no son la suya (español e inglés) y que transcurre en un país que no es el suyo. Es interesante y tiene momentos de tensión muy bien manejados. Además, logró el realizador crear algunas escenas muy bellas. En términos generales las actuaciones son adecuadas aunque Josh Hutcherson pudo estar mejor, pues es muy poco expresivo; y obviamente quien sobresale, lleva el peso de la cinta y la marca aún en las escenas en que no está en pantalla, es Benicio del Toro.

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Escobar (Escobar: Paradise Lost, 2014). Dirección: Andrea Di Stefano. Guión: Andrea Di Stefano y Francesca Marciano. Fotografía: Luis David Sansans. Música: Max Richter. Diseño de producción: Carlos Conti. Con: Benicio del Toro, Josh Hutcherson, Claudia Traisac y Carlos Bardem, entre otros. 120 minutos.


domingo, 25 de enero de 2015

La bella y la bestia, de Christophe Gans






La bella y la bestia
(La belle et la bête, Francia y Alemania, 2014)
de Christophe Gans

Jesús Guerra

Un rico comerciante (André Dussollier), viudo y padre de tres hijos y tres hijas (adolescentes y jóvenes), descubre un día que está arruinado debido a que sus buques, con las bodegas llenas de mercancías, se han hundido, y decide irse a vivir al campo con su familia. Cuando llevan unos meses ahí, exiliados para no enfrentar la humillación de su nueva situación, recibe la noticia de que uno de sus barcos ha sido encontrado y llevado al puerto, con todas las mercancías en bodega. El hombre viaja al puerto, creyendo que esto lo ha salvado de la ruina, pero antes sus dos hijas mayores, vanidosas y superficiales, le entregan una lista de vestidos, joyas y perfumes que necesitan para su regreso a la sociedad. Su hija menor, Bella (Léa Seydoux), la preferida de su padre, que es todo lo contrario de sus hermanas (buena, humilde, trabajadora, etc.) sólo le pide una rosa.

El comerciante viaja con su hijo mayor pero en el puerto se encuentra con que en realidad ese barco y su mercancía ya no le pertenecen (aunque esta situación no es explicada). El hijo mayor, avergonzado de la situación del padre, se va solo por la ciudad y por la noche el padre lo busca en una de las tabernas que sabe que frecuentaba. No encuentra a su hijo pero se topa con un tipo llamado Perducas (encarnado por el actor español Eduardo Noriega), acompañado de varios rufianes, que le dice al mercader que su hijo le debe mucho dinero y que ahora él (el padre) tendrá que responder. El tabernero salva al comerciante y éste emprende el regreso solo, en la oscuridad de la noche, en plena nevada. En un momento dado, el hombre ve una luz en la oscuridad, se acerca y llega a un castillo enorme que tiene la puerta abierta. Entra y encuentra comida, joyas y vestidos, todo lo que sus hijas habían puesto en su lista, y más. El hombre carga con todo pero al salir se da cuenta que le falta la rosa, así que cuando encuentra una, la arranca, y en ese momento cae sobre él una enorme bestia (lujosamente vestida) que le habla y le dice que por no haberle bastado con sus regalos y haberse atrevido a cortar su rosa preferida, tendrá que pagar con su vida. El hombre dice que la cortó para su hija, a la que quiere volver a ver, y la bestia se lo permite, con la condición de que regrese al día siguiente, y de no hacerlo, la bestia matará a toda la familia del mercader.




El hombre narra lo acontecido a sus hijos, y a la mañana siguiente Bella se sube al caballo, le dice las palabras mágicas que la bestia le había dicho al comerciante, para que el caballo la lleve hasta el castillo de la bestia. Todo esto que he contado es para ayudarlos a recordar la historia tradicional de La bella y la bestia, pues en términos generales la sigue, aunque con muchos pequeños cambios y algunos más significativos. Sin embargo estos cambios son en relación al cuento más conocido, el de la escritora francesa Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (1711-1780), publicado en 1756, pero este relato es una versión abreviada de una novela publicada en 1740 por otra escritora francesa, Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve; y ésa a su vez, quizá esté basada en una obra italiana de 1550... y así podemos irnos hacia atrás hasta llegar a una historia del escritor romano Apuleyo. ¡Hay tantas versiones! Y en nuestro tiempo tenemos las adaptaciones al teatro, por lo menos ocho versiones fílmicas, una serie de televisión, una ópera, y luego tenemos todas las versiones de las obras que a su vez son variantes de La bella y la bestia, como El fantasma de la ópera y Nuestra Señora de París. Sin embargo, como he apuntado, a pesar de que a estas alturas casi cualquier cambio sería posible, la versión cinematográfica que ahora comentamos, escrita por Sandra Vo-Anh y Christophe Gans, y dirigida por este último, dentro de lo que cabe sigue el cuento más conocido, el de Beaumont.

Esta cinta —que dicho sea de paso nos llega con un año de retraso (se estrenó en Francia el 12 de febrero de 2014 y en México el 23 de enero de 2015)— ha sido recibida de maneras radicalmente opuestas, hay espectadores a los que les parece una de las películas más bellas que han visto, y hay críticos que han dicho que el realizador demuestra con esta cinta que no sabe hacer cine. Lo que a unos les ha parecido maravilloso a otros les ha parecido el colmo del kitsch. Esto pasa muy seguido en todos los ámbitos del arte, pero me ha llamado mucho la atención las percepciones tan opuestas que ha generado esta cinta. Lo más probable, por supuesto, es que una visión más centrada sea la más correcta. Sin embargo, hay que apuntar que, por lo menos en Saltillo, tenemos la desgracia de que la única versión disponible en las diversas salas y funciones es la doblada, así que nos perdemos de una buena parte de las actuaciones originales, y el doblaje de esta cinta, aunque no es malo, no deja de ser ajeno a la obra original.




A mí la cinta, en términos generales, me gusta, lo apunto de una vez. ¿Hay algunas cosas que no me gustan del todo? Sí, claro. Me parece bastante desperdiciado el talento de Vincent Cassel, quien interpreta a la bestia y al príncipe. Mucho más desperdiciado aún está André Dussollier, por el papel tan breve que le ha tocado (el padre de Bella). Del resto de los actores, que en su mayoría interpretan papeles muy breves, sobresale Eduardo Noriega. Aparte se encuentra, claro está, Léa Seydoux (Bella), pues casi todo el peso dramático de la cinta recae sobre sus espaldas, y a pesar de eso su trabajo es bastante bueno y discreto. Esto mismo ha causado polémicas. Para algunos ella es lo único bueno que tiene este filme, para otros ella debió esforzarse más. Es una cuestión de estilo... y de gustos. Es posible, sí, que las interacciones dramáticas entre los personajes sea la parte más floja de la cinta (aunque tampoco se trata de una situación extrema); es posible también que la interacción entre Bella y la bestia esté un tanto apresurada, sin embargo a mí me pareció muy buena la escena en la que bailan, y dicha escena bien podría ser la metáfora de una relación mucho más larga.

Sin embargo, visualmente, la cinta me ha parecido impresionante, y los efectos especiales son, para mí, adecuados. Con dos excepciones: la escena climática, en donde crecen unas amenazantes ramas que no tienen la calidad del resto de los efectos, y esos extraños animalejos que viven en el castillo, que si bien son bastante simpáticos resultan finalmente inútiles; además, creo que son como un esfuerzo por continuar la idea de una cinta infantil, y en realidad no lo es, por mágica y fantástica que sea. Me da la impresión de que a los niños esta cinta les aburre, pero eso se debe a que no es para ellos, a diferencia de la película de Disney (que hace años que vi y casi no recuerdo), pero que está llena de detalles ajenos en sí mismos a la historia central, los cuales sirven para distraer a los niños. Sí hay, pues, un esfuerzo del director por agregarle elementos infantiles a la cinta, pero me parece que funcionan bien (las luces danzarinas del aire y del agua, por ejemplo, y los animalejos simpáticos), no estorban. En cambio, esa suerte de espejo acuático que sirve para que Bella y los espectadores conozcamos la historia del príncipe y cómo llegó a convertirse en una bestia, y esas transiciones que nos muestran que la historia de Bella y la bestia es como una historia repetida e invertida me parece espectacular y funcional. Y están esos gigantes de tierra, igualmente espectaculares, aunque inexplicados. El final me gusta también, y mucho, y no es tan claro como se puede creer a simple vista. Hay una ambigüedad interesantísima ahí que lo hace sumamente interesante.

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La bella y la bestia. (La belle et la bête, 2014.) Dirección: Christophe Gans. Guión: Sandra Vo-Anh y Christophe Gans. Fotografía: Christophe Beaucarne. Música: Pierre Adenot. Diseño de producción: Thierry Flamand. Con: Vincent Cassel, Léa Seydoux, André Dussollier y Eduardo Noriega, entre otros. Duración: 112 minutos.

martes, 20 de enero de 2015

The comfort of strangers, de Paul Schrader





The comfort of strangers
de Paul Schrader

Jesús Guerra

La cinta The comfort of strangers (EUA, Italia, Inglaterra, 1990) es una adaptación de la novela homónima del narrador y guionista inglés Ian McEwan, publicada en 1981. En español la novela, publicada por la Editorial Anagrama con traducción de Benito Gómez Ibáñez, lleva por título El placer del viajero, pero la verdad no sé cuál es el título con el que esta película fue exhibida en México. Durante los años 90 del siglo pasado la cinta fue exhibida por alguno de los canales de cine por cable con el título original en inglés. En España, sin embargo, se llama El placer de los extraños, y en Perú Un juego veneciano (esto quizá porque los exhibidores iberoamericanos no se preocupan por revisar si la obra está basada en una novela, si existe traducción a nuestra lengua y en tal caso cuál es el título de la novela en español; o quizá no leen; o tal vez no les importa). Curiosamente, en Francia (país en el que normalmente sí se preocupan de esos detalles), la película se llama Étrange séduction, a pesar de que la novela en ese país lleva el título Un bonheure de rencontre.




La película fue dirigida por Paul Schrader (realizador de Hardcore, 1979; American Gigolo, 1980; Cat People, 1982; Mishima: a Life in Four Chapters, 1985; Patty Hearst, 1988; Affliction, 1997, y Dominion: Prequel to The Exorcist, 2005, entre otras; y guionista de Taxi Driver, 1976; Raging Bull, 1980; The Last Temptation of Christ, 1988, y Bringing Out the Dead, 1999, entre muchas otras) y escrita por Harold Pinter (dramaturgo y guionista; ganador del Premio Nobel de Literatura en 2005; guionista de The Go-Between, 1971; The French Lieutenant’s Woman, 1981, y The Handmaid’s Tale, 1990, por apuntar sólo tres ejemplos de sus muchísimas obras para el cine), y cuenta con las actuaciones de Christopher Walken (Robert), Rupert Everett (Colin), Natasha Richardson (Mary) y Helen Mirren (Caroline), en los papeles principales.

El filme es sumamente fiel a la novela, cuyo argumento es muy sencillo, aunque la psicología de sus personajes es muy compleja y sus acciones tienen repercusiones muy profundas. Colin y Mary son una pareja inglesa que está de vacaciones en Venecia (en la novela nunca se menciona el nombre de la ciudad, aunque los lectores la reconocemos; en la cinta no hay dudas, no sólo la vemos sino que los personajes la mencionan varias veces). Han ido a la ciudad a resolver qué hacer con ellos mismos como pareja, pues luego de varios años juntos (aunque no viven juntos, según dicen) han perdido la pasión.




Aunque en la novela son un par de turistas terribles (en el sentido de que no parecen tener el mínimo interés real por la ciudad visitada), en la película se comportan de manera más normal: visitan iglesias y museos, se toman fotos y se hacen retratar por otros turistas. Sin embargo, tienden a perder y a olvidar los mapas que tienen de la ciudad y se pierden constantemente en sus laberínticos callejones. En donde más tiempo pasan es en distintos restaurantes, a donde salen sobre todo a cenar, pero una noche que salen del hotel muy tarde ya está todo cerrado, y encuentran a un hombre, trajeado, amable, que se presenta como Robert, el cual los invita a un bar en donde podrán cenar y beber algo, pero al llegar resulta que no hay comida porque se enfermó la cocinera (o eso dice Robert que es quien va por las bebidas a la barra), y sólo beben y conversan. En realidad quien habla es Robert, y para explicarles cómo conoció a su esposa, una canadiense llamada Caroline, tiene que remontarse hasta su infancia y a su extraña educación familiar. La historia es extraña, terrible pero de alguna manera divertida y también siniestra por la manera en que la cuenta el italiano.

Al día siguiente, Robert invita a los ingleses a cenar a su casa, luego de un par de escenas extrañas que no narraré, y ahí suceden otras rarezas… que tampoco narraré. La pareja de Robert y Caroline, aparentemente encantadora, es en el fondo siniestra y repulsiva, pero al parecer Colin y Mary no son capaces de reconocerlo pues, en el fondo, son también atrayentes para ellos… y para nosotros.




La película no es precisamente un clásico, pero bien vale la pena su búsqueda, para verla por primera vez, o reverla, como en mi caso, después de un cuarto de siglo. Es interesante, está bien hecha, la historia es retorcida, la fotografía es bastante buena, Venecia es preciosa, la música de Badalamenti es bella, las actuaciones de Everett y la desaparecida Natasha Richardson son adecuadas (el personaje de Everett es un tanto irritante, pero así es el personaje en la novela también) y, como siempre, Helen Mirren y Christopher Walken están sensacionales. Además, no siempre se puede ver un trabajo en el que colaboraron cineastas como Harold Pinter y Paul Shrader, basados en una obra literaria de un autor del nivel de McEwan; vamos, ¡el diseñador del vestuario es de Giorgio Armani!

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The Comfort of Strangers (EUA, Italia, Inglaterra, 1990). Dirección: Paul Schrader. Guión: Harold Pinter (basado en la novela homónima de Ian McEwan). Fotografía: Dante Spinotti. Música: Angelo Badalamenti. Diseño de producción: Gianni Quaranta. Vestuario: Giorgio Armani. Con: Christopher Walken, Rupert Everett, Natasha Richardson y Helen Mirren.

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* Puedes leer mi comentario sobre la novela aquí:



domingo, 18 de enero de 2015

El séptimo hijo (Seventh Son, 2014), de Sergey Bodrov





El séptimo hijo
(Seventh Son, 2014)
de Sergey Bodrov

Jesús Guerra

La cinta El séptimo hijo está basada en la primera novela de Las Crónicas de la Piedra de Ward (The Wardstone Chronicles), del autor inglés Joseph Delaney, la cual es una serie formada, hasta el momento, por 13 novelas para jóvenes. La primera novela en la edición inglesa se llama The Last Apprentice: Revenge of the Witch ('El último aprendiz: la venganza de la bruja'), pero en la edición estadounidense la novela se llama The Spook's Apprentice, que es como se llama el libro traducido al español, publicado por Roca Editorial: El aprendiz del espectro. Así que ponerle a la cinta El séptimo hijo complica que los espectadores asociemos la cinta con la serie de libros, ¿quiere esto decir que en ningún momento se tuvo la intención de llevar a la pantalla la serie completa, o por lo menos algunos de los títulos de la serie? No lo sé. Tampoco ayuda mucho que los créditos apunten que el argumento para la pantalla es de Matt Greenberg, inspirado en la novela El aprendiz del espectro de Joseph Delaney. Y luego vienen, aparte, los créditos de los guionistas, que son dos, Charles Leavitt (norteamericano) y Steven Knight (inglés). Yo no he leído la novela (que después de ver la película se me antoja), pero estos créditos indican que si bien la cinta está basada en la novela, la historia que vemos en pantalla está en realidad muy apartada del material de base. Esto creo que indica, también, que la serie no seguirá filmándose.



Veamos de qué trata. De manera muy rápida vemos al inicio de la cinta que una suerte de guerrero (luego sabremos que se trata del Maestro Gregory, un Jeff Bridges bastante correcto y hasta divertido pero no en su mejor momento ni en su mejor papel) encierra en un pozo a una bruja, la cual, tiempo después (¿pero cuánto tiempo después?), escapa gracias a la energía que le proporciona una «luna de sangre». Pasamos a un pequeño poblado, a cuya posada acude un joven a avisarle a su maestro (Gregory, envejecido), el cual está muy ocupado emborrachándose, que una niña del lugar necesita urgentemente de su ayuda. Luego de una pelea completamente gratuita pero que sirve para que veamos que Gregory sigue fuerte y eficaz, maestro y aprendiz llegan a la iglesia, en donde está encadenada una niña con síntomas de posesión. Ahí están los padres de la niña y el sacerdote, llorosos e inútiles. Gregory enfrenta a la niña, y por su boca habla una bruja, pero no cualquier bruja sino la bruja, la misma que Gregory había dejado en un pozo sellado en una alta montaña. La bruja, a quien Gregory llama Madre Malkin (una Julianne Moore bastante desaprovechada), abandona a la niña, se transforma en una especie de minidragón e intenta huir pero maestro y aprendiz la atrapan y la echan luego a una jaula, pero Madre Malkin es habilidosa y termina encerrada con el aprendiz. Gregory de todas maneras le prende fuego, pero suponemos que Malkin se ha fortalecido de alguna manera (quizá el descanso del encierro y el aire de la montaña le sentaron bien), pues logra transformarse de nuevo y romper el techo de la jaula y escapar. Resultado: un aprendiz muerto, quemado por el propio Maestro, la bruja libre, y Gregory preocupado porque Malkin le hará la vida imposible y él ni siquiera tiene aprendiz.



Después, llega el Maestro, luego de atravesar un gran lago, a una cabaña, pide de comer, y luego negocia muy rápidamente con el padre de siete hijos la «adquisición» del último, pues sabe que es el séptimo hijo de un séptimo hijo (¿pero estos muchachos no se convertían en hombres-lobo?) y lo necesita. El muchacho, llamado Tom Ward (Ben Barnes, el Príncipe Caspian de Las crónicas de Narnia) dice que ha tenido visiones sobre esto y está dispuesto a ir pues es su destino. Su madre (Olivia Williams) lo despide y le regala un pendiente con una piedra y le pide que lo lleve puesto siempre. Y comienza la aventura para el joven aprendiz, y esto incluye el amor, con una bruja buena, llamada Alice (la sueca Alicia Vikander)...

El Maestro Gregory es un espectro, una especie de caballero andante especializado en desfacer entuertos sobrenaturales. Antiguamente había más, formaban una orden, pero para esas fechas Gregory es el último, y Tom, su aprendiz, podrá ser a su vez el último, si sobrevive, cuando Gregory se jubile o muera. Si todo lo anterior era previsible, en términos generales, lo que continúa también lo es, pues la historia sigue al pie de la letra el famoso «Viaje del héroe» de Joseph Campbell. Pero esto no es un problema, todas las grandes sagas lo siguen. Las características específicas son lo importante, y aquí es en donde la película falla. Fracaza porque los personajes no están desarrollados. Al acabar la cinta en realidad no sabemos quiénes son el espectro ni Tom, ni Madre Malkin. Los diálogos sólo sirven para que la historia camine hacia adelante pero sin gracia, sin que muestren una relación precisa entre los personajes. No nos preocupamos por ellos porque no se han ganado nuestro cariño. Son desconocidos para nosotros. Estoy seguro que en la novela todo esto debe de estar mejor manejado.



Por el lado de los villanos, cuando los vemos por primera vez, todo parece indicar que serán una delicia, aunque tampoco están muy definidos. Hay brujas que se metamorfosean en felinos, y hombres que se convierten en dragones o algo similar, hay un ejército de asesinos con uniformes y máscaras, y un espadachín con cuatro brazos, es decir que el mal tiene personajes interesantísimos, con poderes espectaculares. Y sin embargo, tanto el guión como el director fallan en mostrarlos en todo su esplendor. Los efectos especiales son bastante buenos, pero sólo sucede lo que tiene que suceder, sin sorpresas, sin alardes, sin mucha gracia. Por eso, aunque no nos aburre la película, tampoco nos asombra, y al terminar sentimos que la película está sólo bien.

No tengo idea de qué problemas hayan tenido con el guión, pero le pasa lo mismo que a la dirección: le falta imaginación. Y los guionistas son buenos: el norteamericano Charles Leavitt tiene en su filmografía nueve guiones, entre ellos los de Diamante de sangre (2006) y K-Pax (2001), y el inglés Steven Knight tiene 26 guiones acreditados, entre ellos los de Un viaje de diez metros (2014) y Dirty Pretty Things (2002). ¿Qué sucedió que no pudieron levantarlo? El director, el ruso Sergey Bodrov, por su parte, tiene 32 guiones firmados por él y 20 películas realizadas (nada que yo haya visto, pues la mayoría las ha hecho en Rusia y en Europa). ¿Qué sucedió, entonces?

El séptimo hijo está sólo bien, ya lo dije; parece una película del montón. Lo es. Pero al verla uno puede darse cuenta de que la producción tenía todo para hacer una mejor película. Faltó, insisto, imaginación por parte de los guionistas y, sobre todo, del director. Y con esto podemos estar seguros de que no habrá más películas de la serie de Las crónicas de la Piedra de Ward. Y, la verdad, es una lástima.

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El séptimo hijo (Seventh Son, 2014). Dirección: Sergey Bodrov. Guión: Charles Leavitt y Steven Knight. Historia para la pantalla: Matt Greenberg (inspirada en la novela El aprendiz del espectro de Joseph Delany). Fotografía: Newton Thomas Sigel. Música: Marco Beltrami. Diseño de producción: Dante Ferreti. Con: Julianne Moore, Jeff Bridges, Ben Barnes, Alicia Vikander, Olivia Williams y Djimon Hounsou, entre otros.



domingo, 11 de enero de 2015

Corazones de hierro (Fury, 2014), de David Ayer




Corazones de hierro
(Fury, 2014)
de David Ayer

Jesús Guerra

Un letrero nos informa que la historia transcurre en abril de 1945, cuando los Aliados peleaban ya en territorio alemán. Nos informa también que los tanques de guerra alemanes eran superiores a los norteamericanos. Lo primero que vemos es un paisaje después de una batalla. Tanques detenidos, humo, armas tiradas, cadáveres por todas partes. Un hombre se acerca a caballo, lentamente. Al pasar junto a un tanque, otro hombre, que estaba escondido, se lanza sobre él, lo tira del caballo, y lo mata con un cuchillo. El muerto era un soldado alemán. El hombre que lo ha matado es Don Collier, alias Wardaddy (Brad Pitt). Al parecer son los únicos sobrevivientes de esa batalla, o los demás ya se han ido. Sus hombres son  Boyd Swan, Bible ('Biblia', así apodado por su tendencia a citar versículos de la Biblia, interpretado sorprendentemente bien por Shia LaBeouf), Trini García, Gordo (Michael Peña) y Grady Travis, Coon-Ass (Jon Bernthal). Luego de matar a ese hombre (¿por qué no le dispararon?, ¿para guardar silencio?, ¿no les quedaban balas?), ponen en funcionamiento su tanque y se van de ahí.

Llegan a un emplazamiento del ejército estadounidense y un soldado recibe a Wardaddy diciéndole que no creía que hubiera salido vivo (de la batalla anterior, podemos suponer). Ahí les asignan a un reemplazo del asistente de conductor de tanque que perdieron, Norman Ellison (Logan Lerman). Norman se ve bastante joven, inocentón y asustadizo. Les dice que no tiene un buen entrenamiento par combate pues su función anterior era la de transcribir mensajes a máquina. Era un chico de oficina y de repente pasa a combatiente en un tanque. De inmediato los mandan a otra misión: junto con otros tanques deberán de tomar un pueblo cercano. En un ataque alemán queda de manifiesto la inexperiencia de Norman, y un error de uno les puede costar la vida a todos. Wardaddy se encarga de aleccionar al nuevo elemento, de manera brutal pero, al mismo tiempo, casi paternal.




Luego viene una larga secuencia en el pueblo. La llegada (en las cercanías del pueblo encuentran mujeres y niños colgados de árboles con letreros. Wardaddy, que ha peleado en el frente africano y en el europeo, habla el alemán con fluidez, traduce uno de ellos, que dice algo así como «Soy un cobarde y no quise pelear por mi patria». Eso lo hicieron los SS. Para ese momento los alemanes hicieron pelear a toda su población, sin importar género o edad. Luego de la toma del pueblo llega una de las escenas más importantes de la película, que no contaré, que podemos llamar «la comida con las dos alemanas». Esta escena ha sido criticada por algunos reseñistas argumentando que, en contra del realismo de las escenas de batalla y de la ambientación general (que incluye los decorados y el vestuario, incluso los tanques, pues la cinta se filmó con tanques reales de la Segunda Guerra Mundial), esta escena no lo es. A mí me parece que esto no lo podemos saber. Podemos imaginar las peores escenas de una guerra como realistas, pero debemos suponer que en todos los casos hubo excepciones. Quizá en esta cinta, esta escena particular podría formar parte de las excepciones sin que por ello deje de ser realista. Independientemente de esto, es buena y está bien realizada, y además cumple una función dramática, en particular para el novato Norman.

Y al terminar esta escena, con la que finaliza una misión, los mandan a otra: tomar un punto de un camino, para cortar el paso a los alemanes, pues de lo contrario éstos llegarían a donde se encuentran médicos, enfermeras y medicinas del ejército americano, o algo así, pues esto se ordena muy rápido. Quizá se podría atacar a esta película de episódica (y obviamente se ha hecho), pero esto también me parece defendible. El que sea episódica actúa contra la película misma. Se nos vuelve más borrosa porque no hay un objetivo claro planteado desde un inicio, pero al mismo tiempo la vuelve realista. En abril de 1945, peleando ya en suelo alemán, el objetivo era atravesar el país venciendo a quienes se pusieran enfrente y tomar Berlín. Aunque aquí no se mencione, ese era el objetivo de esos días. Así que no necesariamente había un plan definido para cada día más que ir tomando cada metro posible. Los objetivos eran inmediatos. Tomar un pueblo, un puente, una carretera. Así que Wardaddy y sus hombres, a bordo de su tanque Fury (Furia) van a ese punto que hay que tomar para impedir el paso de los alemanes que vienen.




La escena final también ha sido duramente atacada por muchos y muy diversos críticos, y los motivos pueden resumirse en que se trata de un clímax muy hollywoodense, muy típico de los estadounidenses. En principio estoy de acuerdo. Sin embargo no tengo conocimientos militares. No sé qué podría suceder en la realidad en una situación así. En todo caso, al guionista y director, David Ayer, le faltó, quizá, enfatizar lo que estaba en juego, pues tal y como está planteada la escena todo parece un acto de heroísmo inútil, por decirlo de alguna manera. Creo que  David Ayer confía demasiado en el conocimiento del público sobre la Segunda Guerra Mundial, pues ni siquiera nos dice que los alemanes se rindieron a los pocos días (si la cinta transcurre más o menos en 24 horas de un día de abril de 1945, y los alemanes se rindieron el 8 de mayo, no pudieron pasar más de cuatro semanas para que la guerra con Alemania terminara). Confía también en el significado de lo no dicho acerca de cada uno de los personajes centrales. Pero esto es también un error, porque si no sabemos nada de ellos los personajes nunca adquieren profundidad para los espectadores. Aun así, la película es interesante y visualmente muy impresionante.

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Corazones de hierro (Fury). 2014. Dirección y guión: David Ayer. Fotografía: Roman Vasyanov. Música: Steven Price. Con: Brad Pitt, Shia LaBeouf, Michael Peña, Jon Bernthal y Logan Lerman, entre otros. Género: Guerra; acción. País: China y EUA. 134 minutos.



martes, 6 de enero de 2015

Gente de bien (Good People), de Henrik Ruben Genz





Gente de bien
(Good People)
de Henrik Ruben Genz

Jesús Guerra

Tom y Anna Wright (James Franco y Kate Hudson) son americanos y ahora viven en Londres, a donde se mudaron para «empezar de nuevo» luego de perder a su primer hijo en un aborto. Lo que les dio la oprtunidad de reiniciar su vida fuera de su país fue la casa que heredó Tom de su abuela. Una casa hipotecada y en muy mal estado. Tom la está arreglando pero ha metido en ella todo su dinero y los arreglos no parecen tener fin. Tom, además, trabaja en lo que puede pero no gana mucho, Y Anna es maestra en una escuela, es decir que tampoco gana bien. La casa rentada en la que viven está casi en tan malas condiciones como la de la abuela de Tom, así que tienen que subarrendar el sótano a un tipo que siempre tiene la televisión a todo volumen. Por si no estuvieran ya bastante mal, Anna está obsesionada con embarazarse de nuevo, para lo cual tienen un ritual mensual al que denominan «noches de sushi». Y para colmo, les llega un aviso para desalojar la casa.


Un día, luego de horas y horas de que el sonido de la TV de su inquilino no cesa ni un minuto, bajan para hablar con él pero lo encuentran muerto. Llaman a la policía. Se llevan el cadáver. Todo parece indicar muerte por sobredosis de heroína. Cuando Anna y Tom están juntando las cosas del difunto encuentran una bolsa con alrededor de 200 mil libras esterlinas (aproximadamente 4 millones y medio de pesos), o sea justo lo que necesitan para salir de sus problemas económicos y poder, ahora sí, empezar de nuevo. ¿Pero deben de quedarse con el dinero? Ellos son la «gente de bien» del título, las «buenas gentes», literalmente los buenos de la película, así que se lo preguntan. Anna piensa que deben de llamar a la policía para entregarlo. Tom piensa que deben darse la oportunidad de salir de sus problemas. Anna finalmente se pone del lado de Tom, pero acuerdan guardar el dinero un tiempo para ver si alguien lo reclama... Pero, obviamente, comienzan a hacer pagos urgentes antes del límite que se autoimpusieron. Y también obviamente la policía, a las órdenes del detective encargado del caso, John Halden (el estupendo Tom Wilkinson), está controlando sus movimientos financieros, pues saben de la relación entre el muerto y un criminal llamado Jack Witkowski (Sam Spruell).

Cuando los Wright están tratatndo de determinar qué hacer con el dinero, se da la consabida conversación de «¿No será dinero sucio (o malo)?» «¿Qué hace que el dinero sea malo?» «Lo malo o lo bueno es lo que la gente hace con el dinero.» Etc. Pero nunca plantean bien lo que Anna realmente quería decir en un inicio, y las consecuencias de esa respuesta que no se dan, es decir: lo malo es lo que la gente hizo para conseguir ese dinero, y, lo peor para ellos en ese momento, lo que la gente podría hacer para recuerar ese dinero. Pero todos lo sabemos, los Wright, aunque se hagan tontos, y los espectadores, de tal manera que no es una sorpresa para nadie que Jack Witkowski entre en la casa de los Wright para buscar su dinero, y al encontrarlo, que se los pida y no precisamente con buenas maneras. De hecho, para mala suerte de los protagonistas, Witkowski es un criminal sádico (y Sam Spruell lo interpreta de maravilla).

Pero el asunto es todavía más complicado, porque el dinero que el muerto le robó a Witkowski, éste a su vez se lo había robado a un narcotraficante francés, Khan (interpretado por Omar Sy, inolvidable en Amigos [Intouchables, Olivier Nakache, Eric Toledano, 2011]), quien también quiere recuperar su dinero. Eso es lógico, son los malos de la película y están dispuestos a todo; el asunto importante aquí es que los buenos no lo quieren regresar, y al parecer también están dispuestos a todo. Si esto en el fondo es absurdo, pero digamos que aceptable en términos de un thriller, el final es demasiado. Lo que salva, más o menos, las cosas es que precisamente el final está bastante bien hecho. Es absurdo, sí, pero es interesante y emocionante. Y aún así, aunque al momento de ver el filme resulta emocionante, la película es del todo olvidable.


Creo que el problema fundamental, como en la mayor parte de las películas fallidas, es que los personajes no están bien desarrollados, son demasiado genéricos y estereotipados, y en realidad no son más que títeres en una obra estructurada exclusivamente en función de la trama, también de por sí bastante trillada. Y al no estar desarrollados los personajes, a los espectadores la verdad no nos importan gran cosa. Para colmo, los mejores actores son los que tienen menos tiempo en pantalla, Tom Wilkinson, Sam Spruell y Omar Sy, y con excepción de Spruell, los papales asignados son excesivamente discretos. ¡Qué desperdicio! Y en cuanto a los actores con los roles protagónicos, no están mal, pero pudieron estar mejor; confieso que ya de entrada James Franco no es santo de mi devoción, y después de esta película sigue sin serlo, y en cuanto a Kate Hudson, me parece que aquí está muy apagada.

La dirección estuvo a cargo del danés Henrik Ruben Genz, que tiene una larga filmografía en su país y ésta es su primera película en inglés; y el guión, basado en una novela de Markus Sakey, es de Kelly Masterson, conocido sobre todo por su guión para Antes de que el diablo sepa que estás muerto (Sidney Lumet, 2007).

La película se deja ver, claro, pero en realidad en nosotros los espectadores no pasa gran cosa. Es entretenida, sí, pero dentro de seis meses ni siquiera estaremos seguros de haberla visto.

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Gente de bien (Good People). Dirección: Henrik Ruben Genz. Guión: Kelly Masterson (basado en una novela de Markus Sakey). Fotografía: Jørgen Johansson. Edición: Paul Tothill. Música: Neil Davidge. Con: James Franco, Kate Hudson, Tom Wilkinson, Omar Sy y Sam Spruell, entre otros. Género: Thriller; acción. País: Estados Unidos (filmada en Londres), 2014. 90 minutos.