domingo, 24 de mayo de 2015

Tomorrowland, de Brad Bird





Tomorrowland
(Tomorrowland, Estados Unidos, 2015)
de Brad Bird

Jesús Guerra

Tomorrowland ('La tierra del mañana', sería en español) está basada en una de las secciones del parque de atracciones Disneylandia. Esto ya de entrada debería de ser un indicador de que algo está mal. Sin embargo, la saga de Los piratas del Caribe no está basada en toda una sección de Disneylandia, sino en una sola de sus atracciones, y resultó una maravilla. Así que había espacio para el optimismo al entrar a la sala de cine, sólo para salir dos horas y diez minutos después, aburrido y con cara de «¿qué?»

La cinta abre con Frank Walker (George Clooney) hablando a la cámara. Nunca sabemos a quién se dirige, así que suponemos que a nosotros. Y mientras intenta narrar la historia que luego veremos, lo interrumpe una y otra vez Casey Newton (Britt Robertson), con añadidos y correcciones. Lo que se nos narra lo vemos ilustrado, y luego la película simplemente se sigue, olvidándose de los narradores.




Frank, de niño, era un prodigio. Inventó una mochila propulsora para volar, aunque no funcionaba del todo bien. La llevó a una feria de inventores para ganar un dinero y no lo ganó, pero ahí lo contactó una niña, bastante extraña (después sabremos por qué era extraña) llamada Athena (Raffey Cassidy), quien le dice que la siga, cuando ella y otras personas se encaminan a algún lugar por el momento desconocido. Y le entrega un pin y le dice que se lo ponga en la solapa. El pequeño Frank sigue las instrucciones y luego de pasar por secciones secretas del lugar, gracias a su pin, termina en un lugar llamado Tomorrowland, que aparentemente está en otra dimensión (¿que no se suponía que tendría que estar en nuestro futuro?). Ahí, Frank, rodeado de maravillas tecnológicas, crece y suponemos que vive feliz, hasta que hace algo, que no se dice, ni en ese momento ni nunca, motivo por el que Frank, ya adulto, es deportado de nuevo a la Tierra, en donde se convierte en una suerte de recluso de su propia casa debido a su aparente paranoia.




Por otra parte tenemos a Casey Newton, una adolescente súperinteligente aunque también muy terca, que se la pasa frustrando los intentos de la NASA por demoler una de sus bases de lanzamiento, debido a que su papá, un ingeniero espacial ahora desempleado, trabajó ahí, y porque esa base representa los sueños de la propia Casey por, algún día, viajar a las estrellas. En una de esas ocasiones es arrestada, y cuando su padre la saca de ahí, encuentra entre sus pertenencias, luego que se las devuelven en la policía, un pin idéntico al que recibió el pequeño Frank. Cuando Casey toca el pin, se ve, como en una alucinación, en otra parte, un campo muy bello y al fondo la silueta de una ciudad futurista. Sigue tocando el pin y mirando esas imágenes, hasta que llega a la ciudad del futuro y todo lo que la rodea le fascina, hasta que al pin se le acaba la batería. Así se da a la tarea de buscar de dónde salió ese pin y es entonces cuando comienza su aventura. Por supuesto, en el camino se encuentra a la misma niña extraña que conoció el pequeño Frank, Athena, y ésta le dice que lo que ella requiere es conocer al doctor Frank Walker, así que juntas roban un auto (maneja Athena, claro) y luego de varias horas de camino, Athena deja a Casey frente a la propiedad de Frank, y arranca.




Hasta aquí la cinta es confusa, debido a los saltos narrativos y a los huecos de información, pero aún interesante, pues suponemos, inocentemente, que al final lo entenderemos todo. 

La cinta tiene una premisa clara (que incluso es discutida en la cinta misma en una conversación entre Frank, Casey y el gobernador de Tomorrowland, Nix, un desperdiciadísimo Hugh Laurie), una premisa contraria a la moda existente de futuros distópicos o antiutópicos, y un mensaje muy claro también: sí, nuestro futuro puede ser terrible pero eso es sólo un futuro posible, si hacemos nuestra parte y, sobre todo, enseñamos a nuestros niños y jóvenes a trabajar por un futuro bueno, justo, ecológico, limpio, equilibrado, disfrutable y feliz, podemos lograrlo. La idea no está nada mal. El problema con esta cinta no es ni su tema ni su mensaje positivo, es la extrema confusión con que está contada la historia, los enormes huecos de información, y los errores narrativos lamentables, y, al final, el hecho de dar su mensaje de manera tan obvia y cursi que en realidad parece un anuncio de refresco.




Y es una lástima, porque técnicamente la película está muy bien hecha, y el diseño de arte es estupendo. La idea del futuro que se nos muestra es la idea que se tenía en los años 50. Lo que vemos en pantalla no es nuestro futuro, por lo menos no exactamente así, sino que es la idea fantástica del futuro de nuestro pasado. Un futuro retro. Hay una escena particularmente bella, en términos puramente visuales, que sucede en lo alto de la torre Eiffel.

No sólo es una lástima que la película no funcione en términos narrativos, sino que es una sorpresa enorme por dos motivos: el primero, porque está producida por los estudios Disney, que normalmente cuidan mucho los guiones, porque están dirigidos a niños, no sólo para que los niños entiendan bien las cosas, sino porque los niños son muy buenos para encontrar inconsistencias en los argumentos con sus eternos porqués. Es una lástima y una sorpresa, además, porque la cinta está coescrita y dirigida por el norteamericano Brad Bird, quien tiene en su filmografía como realizador dos cintas animadas realmente geniales: The Incredibles y Ratatouille (esta última mi película animada preferida), además de haber dirigido la entrega más reciente (2001) de la serie de Misión imposible. Ni modo, habrá que esperar su siguiente película.

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Tomorrowland. Dirección: Brad Bird. Guión: Damon Lindelof y Brad Bird, basado en una historia original de Damon Lindelof, Brad Bird y Jeff Jensen. Música: Michael Giacchino. Fotografía: Claudio Miranda. Edición: Walter Murch y Craig Wood. Diseño de Producción: Scott Chambliss. Con: George Clooney, Hugh Laurie, Britt Robertson y Raffey Cassidy, entre otros. País: Estados Unidos. 130 minutos. 

sábado, 16 de mayo de 2015

Mad Max: Furia en el camino, de George Miller





Mad Max: Furia en el camino
(Mad Max: Fury Road, Australia, Estados Unidos, 2015)
de George Miller

Jesús Guerra

En 1979 y 1981 las dos primeras películas de Mad Max fueron, de alguna manera, aterradoras. Fueron éxitos de taquilla y, sobre todo, ejercieron una enorme influencia en el cine y en la cultura pop del planeta. Mostraron una visión enloquecida del futuro que nos provocó miedo y, por lo tanto, nos fascinó. Desde el punto de vista cinematográfico fueron innovadoras, muy entretenidas, estéticamente arriesgadas y delirantes en contenido. Eran, además, el paso lógico siguiente, y extremo, a Naranja mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971) y a otras cintas de bandas urbanas, como The Warriors (Walter Hill, 1979). En 1985, la tercera cinta de la serie, Mad Max Beyond Thunderdome, mostraba la decadencia de la saga. Los espectadores ya nos habíamos acostumbrado. Ya sabíamos qué esperar.




Treinta años después de la tercera cinta, George Miller, el mismo realizador de las tres anteriores y creador de los personajes, nos trae de regreso ese universo enloquecido de la humanidad postapocalíptica, y logra de nuevo lo que hizo en 1979 y 1981: asustarnos y fascinarnos.

Pero Mad Max: Furia en el camino, aunque de hecho es Mad Max 4, debido al tiempo que ha pasado entre las primeras tres obras y ésta, debido a los cambios de estilo, a los avances técnicos de la cinematografía, a los cambios en los espectadores mismos, es una obra que en realidad está fuera de la secuencia temporal de las primeras tres: no es una continuación de la tercera, ni es tampoco un remake de la primera, es más bien un replanteamiento de la serie y del personaje mismo.




Curiosamente, aunque técnicamente es la más compleja de las cuatro, desde la perspectiva argumental es la más sencilla de todas: es una larga persecución en todo tipo de automóviles a través del desierto por parte de los villanos a los buenos para recobrar unas mujeres. Básicamente es eso. Por supuesto el asunto central es un tanto más complicado. Gracias a una excelente narración visual, George Miller nos permite entender la cinta con un mínimo de diálogos.

Mad Max (Tom Hardy reemplazando por primera vez a Mel Gibson en este papel de Max Rockatansky), un expolicía australiano, quien no pudo proteger a su hija de la muerte y es acosado por este recuerdo y esta culpabilidad, es perseguido por una de las bandas más poderosas de la región. Es atrapado y llevado a la Ciudadela, en donde gobierna con mano dura y dándoselas de dios Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne, quien también apareció en la primera película de Mad Max). Max es golpeado y tatuado. Se le clasifica como donador universal de sangre (eso lo convierte en una bolsa de sangre) y se le encierra en una jaula.




Immortan Joe (que seguramente quiere decir 'Joe el Inmortal' pero con el adjetivo mal escrito y mal pronunciado, pues en este mundo todo está en ruinas, incluido el lenguaje y los seres humanos) se asume como un dios y le promete a su gente sacarla de las cenizas y llevarla con él a las puertas de Valhalla. Para controlar a la muchedumbre, controla todo lo demás, comenzando por el agua. Cuando quiere, abre unas compuertas que dejan caer el agua, como cascadas, sobre la gente, la cual logra recoger unas cuantas gotas en vasijas inmundas, y les advierte que no se vuelvan adictos al agua pues la van a necesitar cuando escasee. Dentro de lo que sería el cuartel de Immortan Joe (en lo alto de una montaña cavernosa), están sus guerreros (jóvenes rapados y pintados de blanco, completamente fanatizados), sus esclavos, sus mujeres (las procreadoras), sus huertos colgantes, su establo de mujeres embarazadas a las que algunos de sus hombres extraen leche que puede servir de alimento a cualquiera (leche de las madres) —esto es, a cualquiera a la que Immortan Joe quiera proporcionárselo—, su armamento y sus automóviles.




Mientras Max permanece en una jaula colgante, se prepara una expedición que se supone rutinaria: salir a robar gasolina (al pueblo de gasolina) y municiones (al pueblo de municiones). La misión está a cargo de una operadora de confianza, Imperator Furiosa (Charlize Theron), una mujer de cabello cortísimo, aceite negro sobre la frente, y una mano izquierda mecánica. Furiosa maneja el enorme tráiler que debería regresar lleno de gasolina, y es acompañada por una escolta de varios autos y algunos guerreros. Sin embargo, cuando apenas han recorrido una parte del trayecto, Furiosa se sale del camino y toma el desierto hacia el este. Sus hombres creen que ella tiene sus órdenes secretas. Pero uno de los hombres de Immortan Joe, un enano deforme que está siempre en una especie de hamaca, se da cuenta, mirando por un telescopio, que Furiosa se ha salido de la ruta. Immortan Joe va a revisar unas de sus más valiosas posesiones, las jóvenes procreadoras que mantiene encerradas, pues necesita un heredero sano, y se percata de que no están. Nos damos cuenta, entonces, que las cinco guapas jóvenes van escondidas en el tráiler de Furiosa, y comprendemos su misión secreta. Immortan Joe da la orden de perseguir a Furiosa con todo su pequeño pero aterrador ejército.




Así, toda la película, con excepción de tres muy breves momentos de tranquilidad, es una larga persecución, con escenas de batallas, siempre en movimiento. Pero ¡qué persecución!, ¡qué batallas! y ¡qué movimiento!

¿Y dónde quedó Max? Bueno, es que en realidad la película apenas comienza. Uno de los guerreros que se sube a uno de los autos que son como pequeños tanques de guerra, es Nux (un espléndido Nicholas Hoult), uno de los fanáticos enloquecidos que cree que si muere en batalla se irá al cielo, pero Nux es de los medio vivos que requiere transfusiones de sangre y lo tenían conectado a la bolsa-de-sangre llamada Max antes de decidir subirse al auto para perseguir a Furiosa. Y así como nosotros diríamos “llévate el suero al baño” a un amigo en un hospital, Nux decide amarrar a Max al frente de su auto para que la transfusión siga mientras él realiza su trabajo. De aquí que, en algún momento, Max y Furiosa terminan juntos en el tráiler que lleva a las mujeres del dictador a su liberación.




La coreografía de los ataques, en autos, en motos, en tráiler, en grúas, con hombres moviéndose como moscas sobre los carros en movimiento, y saltando de unos a otros, es asombrosa. Uno no puede dejar de pensar, en algunas secuencias particularmente complejas, tanto en los acróbatas como en la particular estética del Cirque du Soleil. Pero en este caso se trataría de los artistas del Cirque du Soleil haciendo sus acrobacias entre dos tráilers que corren paralelos a 150 kilómetros por hora en el desierto. ¡Wow! Agreguemos que esta banda de primitivos psicóticos lleva su propia música en vivo para darse ánimos y para aterrorizar al enemigo: un camión con cuatro enormes tambores y sus cuatro intérpretes, más una verdadera pared de bocinas y un músico demente con su guitarra eléctrica, que además es lanzallamas... espeluznante, absurdo y magnífico.




Se supone que el personaje central es Mad Max, pero la verdad es que ha sido Imperator Furiosa quien ha conquistado el corazón cinéfilo de los críticos de cine en todas partes. Y ya se menciona que estos dos personajes estarán juntos de nuevo en la siguiente cinta de esta nueva serie. Pero no sólo ella, también han llamado mucho la atención los demás personajes femeninos de esta obra, las procreadoras y la banda de mujeres del este. En efecto, son particularmente interesantes los apuntes feministas antimachistas, antifanáticos y religiosos (y sobre la manipulación religiosa) de esta cinta, que pudo haberse conformado con la pura acción y, para nuestra fortuna, no lo hizo.

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Mad Max: Furia en el camino (Mad Max: Fury Road). Dirección: George Miller. Guión: George Miller, Brendan McCarthy y Nick Lathouris. Fotografía: John Seale. Música: Junkie XL. Diseño de producción: Colin Gibson. Edición: Jason Ballantine y Margaret Sixel. Vestuario: Jenny Beavan. Con: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Zoë Kravitz, Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Abbey Lee y Courtney Eaton, entre muchos otros. Países: Australia y Estados Unidos. 120 minutos.