lunes, 25 de abril de 2016

Enemigo invisible, de Gavin Hood





Enemigo invisible
(Eye in the Sky, Inglaterra, 2015)
de Gavin Hood

Jesús Guerra

La coronel Katherine Powell (Helen Mirren) del ejército británico se encuentra en una base en su país. Ha estado buscando a una mujer inglesa que se unió a un grupo terrorista musulmán en Kenia y a su marido. Cuando recibe información de que se reunirán, en ese país, en una casa junto a otros importantes miembros de ese grupo terrorista, se pone en marcha un plan de vigilancia, con drones y agentes en tierra, con la finalidad de capturarlos. Powell se encuentra en comunicación con el lugarteniente general Frank Benson (el recientemente desaparecido Alan Rickman), quien se encuentra en una oficina de Londres, junto con Brian Goodale (Jeremy Northam), Angela Northman (Monica Dolan) y George Matherson (Richard McCabe), todos funcionarios importantes del gobierno británico, con imágenes en vivo desde el punto de reunión de los terroristas. Los funcionarios deben ser testigos de la acción militar para capturar a los ciudadanos británicos que son terroristas, y vigilar que todo se lleve a cabo de manera legal para, entre otras cosas, evitar problemas políticos. Los dos militares británicos, Powell y Benson, están también conectados con una base militar estadounidense ubicada en el estado de Nevada, pues una unidad militar americana de drones ayuda al ejército inglés en dicha operación.




Hasta aquí todo es eficiencia. El ojo en el cielo (que es el título en inglés del film), una cámara en un dron a mucha altura, permite a los militares tener una visión panorámica de una parte de la ciudad observada hasta acercamientos extremos. Ven llegar a los terroristas. Powell pide ver el interior de la casa, para intentar saber qué ocurre. Los agentes en tierra tienen un dron en forma de pájaro cerca de la casa. Este minidron se acerca volando y vuela cerca de las ventanas, pero los reflejos del sol impiden ver el interior. Es el turno de otro agente en tierra, que tiene que acercarse con algún pretexto a la casa de los terroristas, custodiada por personal fuertemente armado, para poder lanzar otro dron, aún más pequeño, en forma de mosca, y hacerlo volar hasta la casa y luego en el interior de la misma. Con estas imágenes y con software de reconocimiento logran identificar a los terroristas: son los que buscan. Pero ven también que están armando, con chalecos explosivos, a dos jóvenes. Es decir que hay un par de ataques suicidas inminentes. Powell pide que la operación pase de captura a eliminación.




El ojo en el cielo ha permitido ver también que en la misma manzana en donde están los terroristas, hay una casa en cuyo patio juega una niña. Una niña muy simpática. Y para colmo —esto no lo saben los militares, pero lo sabemos los espectadores— es una buena niña, que forma parte de una buena familia, pues el padre la deja estudiar y jugar, en secreto, pues están rodeados de vecinos musulmanes fundamentalistas.

Cuando la operación pasa de captura a eliminación, es decir a un ataque con pequeños misiles aire-tierra (que se lanzarán desde el mismo dron que toma las imágenes panorámicas, el cual es manejado desde la base americana en Nevada), los militares hacen una estimación de daños. Pero la niña simpática y bonita se encuentra ahora, para colmo de males, sentada junto a la cerca de la casa de los terroristas, pues su madre la ha enviado a vender pan: está en un área con un alto porcentaje de impacto, es decir que muy probablemente morirá.




Esto desencadena el caos en la hasta ahora eficiente operación militar. Los funcionarios ingleses no quieren que la niña muera. Porque es inocente, porque es una niña, por las repercusiones políticas cuando las noticias reporten los daños colaterales del ataque, porque ninguno quiere cargar con la responsabilidad de ordenar el ataque, etcétera, etcétera. Por el otro lado, los terroristas se están armando para los ataques suicidas, y cuando salgan de esa casa se van a separar, y no se puede saber el número de víctimas, pero probablemente serán muchas, cuando esos ataques suicidas se produzcan. La decisión se tiene que tomar ya. Pero los funcionarios no entienden que ya es ya. Y ninguno quiere cargar con la responsabilidad así que piden llamadas a otros funcionarios... Y hasta el soldado estadounidense encargado de realizar el ataque del misil a medio mundo de distancia pone sus condiciones...

Hay críticos que han visto estas escenas como una comedia. Pero la película es un thriller dramático de acción, y la escena es más bien desesperante. La desesperación puede ser un efecto interesante en un film que quiere mostrar una disyuntiva como ésta. Pero la cinta exagera tanto la indecisión y está tan obviamente de parte de la niña (aunque las últimas palabras del personaje de Alan Rickman intentan equilibrar la situación), que la obra se ve como una cinta de propaganda inglesa para demostrarle al mundo lo mucho que les preocupan situaciones como ésta. ¿O trata de mostrarnos lo indecisos que son los funcionarios ingleses (que contrapone con la frialdad de los funcionarios estadounidenses consultados por teléfono)? ¿Y trata también de mostrar lo mucho que han avanzado los derechos de los soldados estadounidenses, que se toman su tiempo y hasta piden reconsiderar las cosas antes de cumplir con las órdenes que se les dan? Cada espectador decidirá qué es lo que ve en esas escenas. No se puede negar que la idea es interesante, pero el resultado final es sumamente discutible, a pesar, claro está, de lo bien hecha que está la cinta, técnicamente, y de lo bien que están los actores, sobre todo Helen Mirren, Alan Rickman, Jeremy Northam y el somalí Barkhad Abdi (¿lo recuerdan?, estuvo nominado en los Oscares del 2013 por la película Captain Phillips, de Paul Greengrass). Lo que también da material para pensar es este asunto de los drones, minidrones y microdrones…




El director, Gavin Hood (nacido en 1963 en Johanesburgo, Sudáfrica), es actor también, y en esta película tiene un papel pequeño, interpreta al militar estadounidense que es el jefe directo del piloto del dron (Aaron Paul). Ha dirigido A Reasonable Man (1999), In Desert and Wilderness (2001), Tsotsi (2005), Rendition (2007), X-Men Origins: Wolverine (2009), y Ender's Game (2013), además de capítulos para series de TV. El guionista es Guy Hibbert (nacido en 1950, en Oxford, Inglaterra), quien ha escrito capítulos de series de TV inglesas y películas para TV.

. . . . . . . . . . . . . . .

Enemigo Invisible (Eye in the Sky)
Dirección: Gavin Hood
Guión: Guy Hibbert
Fotografía: Haris Zambarloukos
Edición: Megan Gill
Diseño de producción: Johnny Breedt
Música: Paul Hepker, Mark Kilian
Con: Helen Mirren, Alan Rickman, Phoebe Fox, Aaron Paul, Barkhad Abdi, Jeremy Northam, Richard McCabe, Monica Dolan y Gavin Hood, entre otros.
Género: Drama / Thriller / Guerra
País: Inglaterra
Año: 2015
Duración: 102 minutos





miércoles, 20 de abril de 2016

El libro de la selva, de Jon Favreau





El libro de la selva
(The Jungle Book, EEUU, 2016)
de Jon Favreau

Jesús Guerra

En 1990 vimos asombrados una película de James Cameron llamada The Abyss (1989). Era una cinta interesante que transcurre en una estación submarina, pero lo asombroso fue una escena en la que una fuerza alienígena toma el control del agua que está en el interior de la estación y se forma una especie de gusano que recorre, flotando, los pasillos ante el pasmo de los personajes, y de los espectadores de la cinta. ¿Cómo habían hecho eso? El año anterior, Robert Zemeckis nos había admirado también con su película Who Framed Roger Rabbit [1988], y aunque ahí sí sabíamos cómo se había hecho la película, de todas maneras era complicadísima de hacer y la habían realizado con un estupendo sentido del humor y con un sentido estético espectacular, y esa maravilla había logrado el mismo nivel de estupefacción en los espectadores.




En 1991, el mismo Cameron volvió a asombrarnos con los efectos especiales de Terminator 2. Los momentos en los que el robot, hecho de un metal especial, se regeneraba ante nuestros ojos eran impresionantes... (Yo sé que los lectores más jóvenes no entenderán del todo el asombro al que me refiero pues ellos vieron estas películas, si es que las vieron, cuando ya eran clásicas, en TV o en DVD. Pero súbanse al carro en el momento en que se sientan aludidos, suponiendo que no hayan perdido la capacidad de maravillarse ante una película.) Y luego pasó lo mismo con los dinosaurios de Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993). Y con los animales de Jumanji (Joe Johnston, 1995), y con la animación digital de Toy Story (John Lasseter, 1995), y con toda la mezcla de efectos de El señor de los anillos (Peter Jackson, 2001), y con Avatar (otra vez Cameron, 2009)... y quizá nos sucedió también con otras cintas que de momento se me escapan.




Se trata del asombro, de ese deslumbramiento tan cinematográfico, de ver algo en pantalla que nunca antes habíamos visto, por lo menos con ese nivel de calidad y de realismo. Es una fascinación verdaderamente emocionante para quienes gustamos del cine. Y como todos, nos acostumbramos a esa calidad visual y a esa capacidad del cine actual de hacerlo todo, de lograr mostrar cualquier cosa que quiera mostrarnos, hasta el siguiente salto técnico e imaginativo que vuelve a extasiarnos...




Pues el siguiente logro técnico, el asombro más reciente, se llama El libro de la selva, cinta admirable y espectacular. Saber que todo es digital (todo incluye la selva misma), o una mezcla logradísima de digital con animatronics y acción viva, nos deja verdaderamente con la boca abierta durante toda la película. Si a esto agregamos que la cinta está llena de acción, que el argumento es interesante, y la película en general es muy bella, la tenemos hecha. Se trata no sólo de un film sumamente recomendable, sino de una obra que hay que ver. Y hay que verla completa, desde el castillo del logo de Disney pues la cámara simplemente se va hacia atrás y sin corte entra a la selva y de pronto estamos ya ahí, hasta los créditos finales que muestran unas ilustraciones del libro en tercera dimensión y animadas, realmente estupendas. Aquí es en donde los espectadores que no entienden nada se levantan y salen de la sala, tropezándose, pisando los pies de los que siguen sentados, sin ver ya para nada la pantalla, como si lo que encontrarán a la salida fuese mejor, más divertido y más bello que lo que sigue proyectándose. Luego siguen varios cientos de metros de nombres y nombres, pero lo interesante es ver los departamentos y las compañías y los trabajos realizados por esos nombres de desconocidos, pues eso es lo que nos puede dar una idea de la enorme complejidad de realizar una cinta como la que acabamos de ver, y por qué costó 175 millones de dólares.




El asunto del argumento es también interesante. En principio esta película se presenta al público como un remake de acción viva y digital del clásico animado de Disney (de hecho, fue la última película supervisada, por lo menos en parte, por el propio Walt Disney, quien murió en diciembre de 1966). La verdad es que es remake sólo en parte (incluso hay un par, solamente un par, de momentos musicales, puestos al día, con dos de las canciones de la cinta de 1967), pero la nueva versión retoma muchos elementos del cuento original de Rudyard Kipling que habían sido eliminados de la primera cinta. El nuevo film es más oscuro en el tono, algunas de las situaciones son más peligrosas, y es, de alguna manera, más adulto. Es más adulto, también, en el sentido no sólo de que le entendemos mejor que los niños, por lo menos en ciertos niveles de interpretación, sino que, y vuelvo al punto anterior, nos asombra más que a los niños, pues ellos ven las películas como si así hubieran sido todas desde que se inventó el cine.




Mowgli (interpretado por Neel Sethi) es un cachorro humano que la pantera Bagheera encontró en la selva, cuando el cachorro era muy pequeño, y consciente de que ese cachorro requeriría de una familia, lo llevó con los lobos, cuyo líder es Akela. La madre adoptiva de Mowgli sería entonces la loba Raksha, pero estaría al cuidado de toda la manada. Así, Mowgli aprendió a ser un lobo.




En la selva, en todo caso en esa selva, los animales tienen reglas para facilitar la convivencia, y una de ellas es que cuando hay poca agua, se decreta una tregua que permite que todos los animales puedan bajar al río a beber sin el temor a ser atacado por sus depredadores naturales. A esta reunión pacífica llega el tigre Shere Khan, el villano principal, al que todos temen, y toma la palabra. Dice, en pocas palabras, que terminado el estado de paz quiere que los lobos le entreguen al cachorro humano pues éste debe morir. Y amenaza a los lobos para que cumplan su deseo.




Bagheera, entonces, convence a los lobos de que dejen ir a Mowgli, y que él mismo lo llevará a la aldea humana, pues está convencido de que es la única manera de salvarle la vida. Mowgli, por supuesto, no quiere irse de la selva, pero respeta y quiere a Bagheera, y lo sigue. Sin embargo, en algún punto de su viaje son atacados por Shere Khan y aunque sobreviven se separan. Mowgli, entonces, vaga solo por regiones de la selva desconocidas para él, y tiene varios encuentros con personajes importantes, como el oso Baloo, la serpiente Kaa, y los monos liderados por el Rey Louie.




Esta nueva versión de El libro de la selva es muy, muy, muy recomendable —al igual que la primera, pero por diferentes motivos—, es entretenida, ágil, emocionante, simpática, bonita, pero sobre todo es asombrosa.

El realizador es Jon Favreau (nacido en Nueva York en 1966), quien tiene en su filmografía cintas como Elf (2003), Zathura (2005), Iron Man (2008), Iron Man 2 (2010), Cowboys & Aliens (2011), y Chef (2014) entre otras películas (además ha dirigido episodios de diversas series de TV).

. . . . . . . . . . . . . . .

El libro de la selva (The Jungle Book).
Dirección: Jon Favreau
Guión: Justin Marks (basado en el libro de Rudyard Kipling).
Fotografía: Bill Pope
Edición: Mark Livolsi
Diseño de producción: Christopher Glass y Abhijeet Mazumder
Música: John Debney
Con:
* Neel Sethi (doblado al español por Matías Quintana Ortiz)
* Baloo: con la voz, en inglés, de Bill Murray; y en español de Héctor Bonilla
* Bagheera: Ben Kingsley / Enrique Rocha
* Shere Khan: Idris Elba / Víctor Trujillo
* Raksha: Lupita Nyong'o / Regina Orozco
* Kaa: Scarlett Johansson / Susana Zabaleta
* Akela: Giancarlo Esposito / Gerardo Reyero
* Rey Louie: Christopher Walken / Francisco Céspedes
Género: Aventura / Drama / Fantasía
País: EEUU
Año: 2016

Duración: 105 minutos



viernes, 15 de abril de 2016

La tabla de Flandes, de Arturo Pérez-Reverte





La tabla de Flandes
de Arturo Pérez-Reverte

Jesús Guerra

La Tabla de Flandes narra la historia de un misterio contenido en una pintura flamenca fechada en 1471 —realizada por Pieter van Huys—, y descubierto, reflexionado y resuelto cinco siglos más tarde, en Madrid, por una restauradora de obras de arte llamada Julia y sus dos compañeros de aventura: un viejo amigo, anticuario y muy culto, de nombre César, y un ajedrecista de primera línea, apellidado Muñoz, para quien ganar era lo menos importante en una partida.

Cuando la «Tabla de Flandes», como era conocida en el mercado del arte la pintura oficialmente denominada La partida de ajedrez, va a ser rematada por una importante galería española, le es asignada a Julia para su restauración. Julia descubre, luego de un análisis con rayos X, que la obra tiene una inscripción oculta en la parte inferior del cuadro. La inscripción reza «Quis Necavit Equitem». Julia sabe algo de latín y traduce: «¿Quién mató al caballero?»


La obra representa a dos hombres de la nobleza medieval frente a frente, enfrascados en una partida de ajedrez, y al fondo, una dama que lee un libro, sentada junto a unas ventanas por donde entra la luz del día, y un paisaje campestre.

Julia decide pedir información histórica a un historiador de arte, Álvaro, quien fue pareja de Julia en el pasado y con quien mantiene buenas relaciones amistosas. Álvaro comienza a investigar la personalidad de los caballeros a partir de unos nombres que se encuentran en el mismo cuadro, y termina por descubrir que uno de los caballeros es Roger de Arras, el otro es Fernando Altenhofen, duque de Ostenburgo, y la dama es Beatriz de Borgoña. Álvaro promete enviarle a Julia la mayor cantidad de información que le sea posible en unos cuantos días. En efecto, a Julia le llega por correo un sobre con gran cantidad de datos biográficos sobre los personajes pintados y sobre el pintor, Van Huys. Pero luego la policía le avisa a Julia que Álvaro fue encontrado muerto en la bañera de su casa, y su muerte pudo ser accidental. Pero pudo no serlo. La cuestión se complica cuando descubren que Álvaro murió antes de que el sobre con información fuese puesto en el correo.
 
Edición en catalán
Está, además, el misterio del cuadro. Llegan a deducir, por la información que logran reunir, que la frase fue cubierta por el mismo pintor (¿miedo a que su cuadro fuese demasiado obvio?) y que el caballero Roger de Arras estaba muerto para la fecha en que el cuadro fue pintado. Roger era amigo de Fernando y, se tenía casi la certeza histórica, había sido amante de Beatriz, la dama del cuadro, quien era, a su vez, la esposa de Fernando, el otro caballero de la partida de ajedrez.

Roger de Arras había sido asesinado por una flecha, y la suposición más sencilla era que el asesino había recibido la orden del Duque Fernando de Ostenburgo. Julia y César deciden descifrar el misterio que pudiese estar oculto en la partida de ajedrez misma, es decir, en la posición de las piezas del juego representado, y recurren a un oscuro maestro de este juego, de este arte, de esta reducción simbólica de la guerra: el ajedrez. Y el elegido, recomendado por el dueño de un prestigiado club de ajedrecistas de Madrid, es el señor Muñoz.
 
Edición inglesa
Muñoz decide que la frase «¿Quién mató al caballero?» puede significar también: «¿Quién mató al caballo?», y la única manera de saber qué pieza negra (las de Fernando) mató o se comió al caballo blanco (de Roger) es desarrollando la partida hacia atrás.

Muñoz tiene mucho trabajo. No sólo tiene que desarrollar la partida hacia atrás para descubrir a la pieza asesina, sino que tiene que desarrollarla hacia adelante, es decir, jugarla, contra un peligroso contrincante: un asesino real, quien ha establecido un paralelismo entre las piezas de ajedrez que aún están en el tablero y los personajes reales que tienen algo que ver con el cuadro. Así, cuando una víctima es encontrada asesinada, junto al cadáver se encuentra una tarjeta indicando la jugada que el asesino ha decidido realizar. Y he aquí una de las fallas de la novela: no se nos dice cómo comunican Muñoz, Julia y César las jugadas con que Muñoz contraataca o se defiende, tratando en realidad de defenderlos a todos. Hasta llegar a un final sorpresivo, cual corresponde a una buena novela policíaca.
 
Edición francesa
La extensa novela (416 páginas) cumple muy bien con su cometido y lo hace apegada a algunas de las reglas de las novelas de misterio y de crímenes. Complica interesantemente las cosas al plantearse un misterio de cinco siglos de antigüedad que se combina con un misterio presente y con una partida de ajedrez que ha permanecido estática más de 500 años, pero que plantea muchas posibilidades… no sólo ajedrecísticas.

A pesar de la gran calidad de la novela (que en términos generales me gusta mucho), algunos detalles de la prosa de su autor nos indican que aún no es un autor maduro*, aunque La Tabla de Flandes es ya su tercera novela (las anteriores son: El húsar, de 1986, y El maestro de esgrima, de 1988). Falta de madurez entrecomillada, por supuesto, y más teniendo en cuenta que Pérez-Reverte es periodista de prensa, radio y televisión. Y, sin embargo, algo por ahí nos salta de vez en cuando entre las líneas que componen su texto. Algunos clichés, algunas obviedades.

Edición rusa
En otros momentos, lo que salta es el hecho de que algunas explicaciones ajedrecísticas de Muñoz son bastante obvias —lo que se justifica porque la novela está escrita para todo público y no sólo para quienes saben jugar este juego—, y sin embargo Julia exclama frases que indican que ella piensa que Muñoz es genial. Frases que, a mi manera de ver, no sólo indican la inocencia de Julia sino, tal vez, un deseo del autor de infundir ánimos en el lector.

Los personajes están bien definidos —en ocasiones incluso llega a notarse que Pérez-Reverte sigue las reglas sobre «cómo escribir una novela», y por momentos se muestran las costuras que tendrían que permanecer invisible. En cambio, el autor revela una gran capacidad en el manejo de diálogos, algunos de los cuales son de una gran naturalidad. En fin, la obra es suficientemente interesante como para agradar a todo lector de novelas y no sólo a los incondicionales del policiaco.

. . . . .

Póster de la película, en español



 
Edición sueca
Actualización:
Arturo Pérez-Reverte (nacido en 1951) publicó antes de La tabla de Flandes (1990), El húsar (1986) y El maestro de esgrima (1988). De 1990 a la fecha ha escrito y publicado una gran cantidad de novelas, libros de relatos, artículos (recopilados en varios volúmenes), además de las obras de la serie Las aventuras del capitán Alatriste, compuesta por lo menos por siete novelas. La información de sus libros se puede encontrar en su sitio de Internet: http://www.perezreverte.com/bibliografia/ .

El autor ha ganado numerosos premios y reconocimientos por sus obras. La tabla de Flandes, en particular, lo hizo merecedor de la elección de la revista Lire, de Francia, como uno de los diez mejores novelistas extranjeros de 1993; ganó el Premio de la Academia Sueca de Novela Policiaca a la mejor traducción extranjera por esta obra en 1994; y la revista The New York Times Book Review seleccionó La tabla de Flandes como una de las cinco mejores novelas extranjeras publicadas en los Estados Unidos en 1994

Edición rumana
Se han hecho algunas adaptaciones cinematográficas y televisivas de diversas obras de Pérez-Reverte. La adaptación de La tabla de Flandes, bajo el título Uncovered, es de 1994, con dirección de Jim McBride, guión de Michael Hirst, Jim McBride y Jack Baran, y las actuaciones de Kate Beckinsale y John Wood, entre otros. La producción fue de Gran Bretaña, España y Francia. Lamentablemente no la vi, aunque según parece es mala.

. . . . .

* Esta reseña fue escrita (y publicada —más o menos como aparece aquí—en un medio impreso de Coahuila) alrededor de 1991.

. . . . . . . . . . . . . . .

La Tabla de Flandes. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara, 1990. 416 págs.

. . . . .

Póster de la película, con el título original










martes, 5 de abril de 2016

La asesina, de John Badham





La asesina
(Point of No Return, EEUU, 1993)
de John Badham

Jesús Guerra

Point of No Return se convirtió para el mercado externo a los Estados Unidos en The Assassin y, por consecuencia, en español, en La asesina, título bastante desafortunado y falto de imaginación.


La Asesina —lo dijo Peter Travers, el crítico cinematográfico de la revista norteamericana Rolling Stone— «es un remake perfectamente inútil». ¿Para qué rehacer una película francesa (Nikita [1990], de Luc Besson) que, así como está, funciona a la perfección? Quizá porque, contra lo que pudiera creerse, los norteamericanos son muy cerrados al cine extranjero. Nueva York es, lógicamente, la excepción, y un poco Los Ángeles, pero el resto del país no va a ver más que filmes producidos en los Estados Unidos o de otros países, pero en inglés. Es la única explicación para los continuos remakes de los últimos años. Una película extranjera gusta, sí, pero pocos la verán. Entonces, los estadounidenses compran los derechos, la vuelven a filmar, y se quedan con las ganancias. Esa es la explicación económica, que es —hasta donde yo puedo ver— la única que hay. Desde el punto de vista estrictamente cinematográfico es una inutilidad.

La historia, por supuesto, es la misma de la cinta original de Luc Besson. Incluso en la primera parte de la película hay algunos diálogos que son idénticos. En la segunda parte se dan una serie de cambios que tienen que ver más con el lugar en donde fue filmada la película (Los Ángeles y Nueva Orleans) que con la situación política norteamericana.




Y si Los Ángeles no es París, Bridget Fonda tampoco es —y dista mucho de serlo— Anne Parillaud. La transformación de Nikita en una agente es una verdadera metamorfosis. La desgarbada drogadicta, que pasa a ser una elegantísima y peligrosa mujer/agente, es mucho más eficaz en la versión francesa. La cinta norteamericana nos da la impresión de ser una versión “fresa” de la misma situación. Por fea que maquillen a Bridget Fonda, siempre presenta su mejor aspecto.

La versión norteamericana, es decir La Asesina, es justamente eso: una versión norteamericana, una visión agringada de Nikita. Las escenas de acción están aquí más rellenas de balas y de fuego, y no son, por eso, más efectivas, ya que la versión original de Luc Besson contaba más con el elemento del suspenso.




La Asesina es quizá más rápida y sin embargo aburre en algunos momentos porque la tensión no parece ser el fuerte del director John Badham. Es también una película que denota muchas pequeñas cosas que la versión francesa mantenía ambiguamente implícitas. Quizá los norteamericanos tienen miedo de que el espectador no sea capaz de comprender, y entonces explican, quitándole al público el placer de “descubrir” esos detalles.

El papel de Bob, interpretado por Gabriel Byrne, es aparentemente más cotidiano que el del Bob de Nikita (Tcheky Karyo), quien con su supuesta dureza y neutralidad resultaba, finalmente, más emotivo. En la versión francesa, el papel del novio de Nikita es de una importancia fundamental, no sólo en el argumento, sino emocional y humorísticamente. Jean-Hugues Anglade es un actor de primera línea, de una naturalidad y una simpatía impresionantes. En La Asesina, el novio es un tipo absolutamente insoportable que en lugar de equilibrar, desequilibra la cinta. La simpatía necesaria para sus secuencias simplemente se encuentra ausente. Además, en la versión original, este hombre es un empleado de supermercado. Un tipo, en apariencia, sin pretensiones. Un detalle que nos habla de una situación específica de la Francia de nuestros días. En la versión norteamericana es también un empleado, pero en este caso de una compañía que renta departamentos. Barre, cobra la renta… pero eso es lo que hace para vivir, ya que en realidad es un fotógrafo. Esa doble situación nos habla, también, de la realidad norteamericana, sobre todo en una ciudad como Los Ángeles, pero… ¿no nos habla también de los guionistas y de los productores de la cinta? ¿Por qué no utilizar para la historia a un muchacho que no tiene aspiraciones ni pretensiones? ¿Quizá porque el desencanto es poco norteamericano?




Por último, Víctor, el Limpiador, un pequeño personaje de gran importancia en el argumento, está interpretado espléndidamente en ambas versiones (Harvey Keitel, en La Asesina; Jean Reno en Nikita). Sin embargo, es mucho más impresionante la muerte de el Limpiador en la versión francesa. Una muerte más absurda, en el silencio de la noche, detenido en un semáforo en rojo en una calle solitaria, en lugar de esa escena plenamente hollywoodense de La Asesina, aplastado por un automóvil.

Tal parece que los norteamericanos, educados en Disneylandia, necesitan de fuegos artificiales y sonidos ensordecedores para darse cuenta de que se la están pasando bien. Sin embargo, hay que reconocer el profesionalismo con que los norteamericanos ejecutaron su copia. Se necesita valor, ya que —al igual que sucede en esta reseña— es imposible ver su película sin remitirse automáticamente a la original.




. . . . .

* Las reseñas de la sección Cine de Hoy (2001-2010), y muchas de Cine de Ayer (1971-2000), salvo aclaración, fueron escritas en las fechas del estreno en México de esas obras, en salas de cine o en video, y son publicadas aquí (más o menos) como fueron publicadas en su momento en medios impresos de Coahuila.

. . . . .

Actualización:
¿Qué pasó con la carrera cinematográfica de Bridget Fonda? Después de Point of No Return (1993) filmó todavía mucho hasta 2002, año en que hizo su última película, la cual fue para la TV, Snow Queen.

Por su parte, el realizador John Badham (nació en Inglaterra en 1939), quien comenzó su carrera en 1971 rodando series y películas para la TV, hizo su primer largometraje para el cine en 1976: The Bingo Long Traveling All-Stars & Motor Kings. Y al año siguiente, su segunda película lo hizo famoso: Saturday Night Fever. Su tercera película fue también muy conocida: Drácula (la versión con Frank Langella). Entre las que filmó después de La asesina están: Another Stakeout (1993), Drop Zone (1994), Nick of Time (1995), Incognito (1997), pero a partir de 1998 regresó a la TV, para la que ha dirigido películas y muchos capítulos de series, algunas muy conocidas como The Shield, Crossing Jordan, Heroes, Criminal Minds, Supernatural y, el colmo: Nikita.

. . . . . . . . . . . . . . .

La Asesina (Point of No Return)
Dirección: John Badham
Guión: Luc Besson (La Femme Nikita), Robert Getchell, Alexandra Seros
Fotografía: Michael W. Watkins
Edición: Frank Morris
Dirección de arte: Sidney Z. Litwack
Con: Bridget Fonda, Gabriel Byrne, Dermot Mulroney, Miguel Ferrer, entre otros
Género: Acción, Crimen, Drama
País: EE.UU.
Año: 1993
Duración: 109 minutos